El vino como alimento: la producción controlada

Ya vimos, en una anterior entrega de esta sección, que la fermentación espontánea de las uvas se produce en circunstancias climatológicas frías y que se descubrió en el Paleolítico.

La producción controlada de vino no acontece hasta el Neolítico. Los pueblos de cazadores-recolectores comenzaron a asentarse con un patrón menos nómada y con el transcurso de los siglos se hicieron sedentarios.

Las tribus son por definición demasiado grandes y se escinden en al menos dos segmentos, estos a su vez en otros dos segmentos y así sucesivamente. En suma, se reparten el territorio.

El crecimiento de la población hace que la defensa del territorio sea crucial. Se asignan puestos de vigilancia en lugares elevados y se establecen medios para comunicarse a distancia, como el humo de una hoguera.


Señales de humo

Cuando gentes desconocidas se acercan al poblado, se han recogido ya las herramientas y provisiones, se ha ocultado a las mujeres y los niños de los extraños, y los hombres jóvenes están prestos a defenderlo si falta hiciera.

Este es el comienzo de las sociedades agrarias tal como se conocieron en el Neolítico y todavía subsisten en algunos lugares. La recolección se hace de plantas cultivadas y de árboles injertados.

La caza y la pesca sigue siendo importante. Pero los ovinos y los bovinos son domesticados. Se aprovecha su leche y su carne. También se crían corderos y terneros.


Injerto de yema, como en las vides

Las vides se pueden sembrar, como cualquier otra planta. El injerto se suele hacer para alargar la vida de la vid, o para que de otras variedades de uva.

En cualquier caso, el paso de la recolección a la agricultura condiciona que se puedan seleccionar uvas para la producción controlada de vino.

En las sociedades neolíticas de Oriente Medio, anteriores al cristianismo y a la religión musulmana, el vino era muy apreciado para festividades religiosas y como acompañamiento en comidas familiares y de clan.

El judaísmo anatemizó el vino a raíz de huir de Egipto guiados por Moisés. Mientras éste recibía el decálogo de las leyes de Dios, su pueblo se entregó al vino y construyó el becerro de oro, al que adoraban cuando Moisés bajó del monte Sinaí. Tuvieron que transitar por el desierto cuarenta años para expiar estos pecados.

No obstante, el vino siguió siendo consumido por el pueblo judío, como lo demuestra que Cristo y sus discípulos brindaron con él en la Última Cena. Pero eso es ya otra historia…

Autor:Buen vino gallego

Buen Vino Gallego